Post by lechu14 on Dec 27, 2005 8:41:48 GMT -3
EL RETIRO DE SQUILLARI
Zafaste Federer
Squillari se retiró invicto en dos partidos ante el suizo. Franco, ex 11° del mundo, visitó Olé e hizo un repaso de su carrera.
El sábado a la noche, Franco Squillari pasará su primer fin de año como ex jugador. Sufrirá el calor del lugar elegido, Formosa ("Edgardo Massa ya me dijo que son 50 grados y con jejenes revoloteando", describe), pero ya no estará preocupado por cómo viene la agenda del circuito en enero. Ya jugó su último partido oficial en octubre, en Quito; anunció el retiro hace diez días en la Copa Argentina. Ayer visitó la redacción de Olé para hacer un balance de su carrera. Pilar de la actual camada a fines de los 90, llegó a semifinales de Roland Garros, fue 11ø del mundo y se va con un privilegio exclusivo: récord positivo e invicto (2-0) ante el gran Roger Federer, el suizo que va en camino a ser uno de los mejores de la historia de este deporte.
—¿Cómo te sienta la vida de ex jugador? ¿Te acostumbrás?
—No es que cambié de un día para otro, no fue una decisión repentina. El retiro es paulatino: perdí intensidad y así se fue el ranking. Hoy sigo entrenándome en lo físico: voy a jugar al fútbol, al gimnasio, corro... Recibí propuestas para seguir ligado al tenis pero hoy es tan reciente mi adiós que quiero analizarlo poco a poco; dejar de lado el jugador y pensar qué hacer. No me gusta empezar algo sin estar con energía, a full.
—¿Pensás en ser entrenador?
—No es que digo hoy "quiero ser tal cosa" y me encasillo, podría ser entrenador, armar una academia de tenis... Lo analizaré y, con el paso el tiempo, me meteré en donde mejor me cierre.
—¿No apareció el típico vacío del "ahora qué hago"?
—No por el momento. Uno sabe que la vida del deportista es así: arrancás a los 15 y terminás a los 30. Antes no tenés tiempo para salir con tus amigos, ahora te sobra. Todavía no estoy en ese estado de vacío. Disfruto el día a día, estar con mi familia, mi novia... No sentir la presión de los horarios, disponer de mis tiempos, es hoy un pequeño lujo.
—Vos, fana de San Lorenzo, no podías jugar al fútbol como querías, siendo tenista...
—De chico era más hábil por eso, porque no podés jugar como se debe, tirándote al piso y demás, por el riesgo a lesionarte. En estos años no lo hacía en serio, salvo en este último año y medio, que le empecé a dar más duro.
—¿Ya recibiste patadas?
—No, pero un esguince tuve. Además, los tenistas no estamos acostumbrados a los botines. No es tan fácil como parece.
—¿Cuál fue el último avión que te tomaste?
—Y... el último fue a Ecuador, hace tres meses. Ahora digo que va a pasar mucho tiempo para que me tome uno de más de dos horas de Buenos Aires. En Ecuador decidí el retiro: a los 30 años no estaba con ganas de empezar de vuelta en challengers y clasificaciones. Es como que estás en una carrera universitaria y te manden al Ciclo Básico otra vez.
—¿Qué es lo que hoy pensás que le contarás con mayor orgullo a tus nietos?
—Esa pregunta me hace pensar en que lo malo que tiene la carrera del tenista es que tus hijos no pueden verte. Tenés que mostrarles el video, ahora pasarlo a DVD. Contar... sólo transmitirles la experiencia de que se puede. Yo nunca pensé cuando arranqué que iba a ser 11 del mundo, a jugar y hasta ganarles a los mejores. Trabajando y con sacrificio se puede conseguir lo imposible.
—Más allá de tus títulos y la semi en París, te distingue el récord positivo contra...
—(adivina) ¡Federer! Es medio raro, ¿no? La primera vez que le gané fue en Hamburgo, donde él después salió campeón dos veces. Esa le dolió, porque rompió dos raquetas. En esa época pintaba para fenómeno, pero jamás pensé que sería la figura de hoy. El era muy calentón: estaba con el entrenador sueco Lundgren y a veces, de enojado que estaba, daba por terminado el entrenamiento. Ya jugaba de una forma increíble, pero le faltaba esa actitud positiva, esa calma que hoy tiene, que lo hizo explotar.
—El otro triunfo sobre Federer fue en cancha rápida...
—En Sydney, donde él defendía el título. Con el tiempo me di cuenta de que fue una gran victoria. Me acuerdo de que viajé con (Fabián) Blengino y en ese momento no la valoré mucho. Al año siguiente ganó Australia y empezó a ser el monstruo que es hoy.
—Es para sacar chapa...
—Los amigos más fanas del tenis me lo dicen seguido. Por ahí en alguna reunión me "venden" ante alguno que no recuerda mis resultados, dicen que le gané dos veces a Federer, que fui el único que no perdió con él, jajaja.
Comienzos duros. Squillari empezó su carrera en el 94 sin ayuda económica de la Asociación Argentina de Tenis. "Sabía que ellos no iban a estar, tenía que hacerme valer por mis medios. Tampoco tenía parámetros, alguien para copiar. Frana ya estaba casi retirado y Gumy, 80 del mundo. No había un top ten, como pueden tener hoy los que arrancan. Salías al circuito y no sabías dónde estabas parado, qué trabajo hacer para llegar", cuenta Franco. Esto incluía viajes que duraban meses, extensos para no gastar en avión. "Volvías por dos semanas y tenías otro viaje de tres meses. Fue duro".
—Tuviste la recompensa en París. ¿Por qué explotaste ahí?
—Horacio De la Peña me encontró en el momento justo en el que yo estaba dispuesto a aprender y subir. Hice un gran cambio mental, estaba decidido a meterme arriba. El me dio principios de entrenamiento, de cómo aprovechar mi juego de zurdo. El de-
cía que jugábamos parecido pero yo tenía potencia y definición.
—Hoy todos juegan en canchas rápidas: David, Cañas, Coria, Gaudio. ¿Sentís que en tu época se veían de otra forma?
—Vuelvo con lo del parámetro: por más de que ya existían los torneos indoor, no se podía copiar a nadie. Uno iba y se manejaba con lo que tenía a mano; ibas aprendiendo con los años. Tampoco había tantas canchas en la Argentina. Hasta que la ATP se puso firme y obligó a los top a jugar los Masters Series. Ese fue el gran cambio: mis mejores años en cemento fueron los últimos tres, en los que estaba obligado. Así hice cuartos en Cincinnati, le gané a Federer, Hrbaty en indoor, Wayne Ferreira... Mal no me fue.
Zafaste Federer
Squillari se retiró invicto en dos partidos ante el suizo. Franco, ex 11° del mundo, visitó Olé e hizo un repaso de su carrera.
El sábado a la noche, Franco Squillari pasará su primer fin de año como ex jugador. Sufrirá el calor del lugar elegido, Formosa ("Edgardo Massa ya me dijo que son 50 grados y con jejenes revoloteando", describe), pero ya no estará preocupado por cómo viene la agenda del circuito en enero. Ya jugó su último partido oficial en octubre, en Quito; anunció el retiro hace diez días en la Copa Argentina. Ayer visitó la redacción de Olé para hacer un balance de su carrera. Pilar de la actual camada a fines de los 90, llegó a semifinales de Roland Garros, fue 11ø del mundo y se va con un privilegio exclusivo: récord positivo e invicto (2-0) ante el gran Roger Federer, el suizo que va en camino a ser uno de los mejores de la historia de este deporte.
—¿Cómo te sienta la vida de ex jugador? ¿Te acostumbrás?
—No es que cambié de un día para otro, no fue una decisión repentina. El retiro es paulatino: perdí intensidad y así se fue el ranking. Hoy sigo entrenándome en lo físico: voy a jugar al fútbol, al gimnasio, corro... Recibí propuestas para seguir ligado al tenis pero hoy es tan reciente mi adiós que quiero analizarlo poco a poco; dejar de lado el jugador y pensar qué hacer. No me gusta empezar algo sin estar con energía, a full.
—¿Pensás en ser entrenador?
—No es que digo hoy "quiero ser tal cosa" y me encasillo, podría ser entrenador, armar una academia de tenis... Lo analizaré y, con el paso el tiempo, me meteré en donde mejor me cierre.
—¿No apareció el típico vacío del "ahora qué hago"?
—No por el momento. Uno sabe que la vida del deportista es así: arrancás a los 15 y terminás a los 30. Antes no tenés tiempo para salir con tus amigos, ahora te sobra. Todavía no estoy en ese estado de vacío. Disfruto el día a día, estar con mi familia, mi novia... No sentir la presión de los horarios, disponer de mis tiempos, es hoy un pequeño lujo.
—Vos, fana de San Lorenzo, no podías jugar al fútbol como querías, siendo tenista...
—De chico era más hábil por eso, porque no podés jugar como se debe, tirándote al piso y demás, por el riesgo a lesionarte. En estos años no lo hacía en serio, salvo en este último año y medio, que le empecé a dar más duro.
—¿Ya recibiste patadas?
—No, pero un esguince tuve. Además, los tenistas no estamos acostumbrados a los botines. No es tan fácil como parece.
—¿Cuál fue el último avión que te tomaste?
—Y... el último fue a Ecuador, hace tres meses. Ahora digo que va a pasar mucho tiempo para que me tome uno de más de dos horas de Buenos Aires. En Ecuador decidí el retiro: a los 30 años no estaba con ganas de empezar de vuelta en challengers y clasificaciones. Es como que estás en una carrera universitaria y te manden al Ciclo Básico otra vez.
—¿Qué es lo que hoy pensás que le contarás con mayor orgullo a tus nietos?
—Esa pregunta me hace pensar en que lo malo que tiene la carrera del tenista es que tus hijos no pueden verte. Tenés que mostrarles el video, ahora pasarlo a DVD. Contar... sólo transmitirles la experiencia de que se puede. Yo nunca pensé cuando arranqué que iba a ser 11 del mundo, a jugar y hasta ganarles a los mejores. Trabajando y con sacrificio se puede conseguir lo imposible.
—Más allá de tus títulos y la semi en París, te distingue el récord positivo contra...
—(adivina) ¡Federer! Es medio raro, ¿no? La primera vez que le gané fue en Hamburgo, donde él después salió campeón dos veces. Esa le dolió, porque rompió dos raquetas. En esa época pintaba para fenómeno, pero jamás pensé que sería la figura de hoy. El era muy calentón: estaba con el entrenador sueco Lundgren y a veces, de enojado que estaba, daba por terminado el entrenamiento. Ya jugaba de una forma increíble, pero le faltaba esa actitud positiva, esa calma que hoy tiene, que lo hizo explotar.
—El otro triunfo sobre Federer fue en cancha rápida...
—En Sydney, donde él defendía el título. Con el tiempo me di cuenta de que fue una gran victoria. Me acuerdo de que viajé con (Fabián) Blengino y en ese momento no la valoré mucho. Al año siguiente ganó Australia y empezó a ser el monstruo que es hoy.
—Es para sacar chapa...
—Los amigos más fanas del tenis me lo dicen seguido. Por ahí en alguna reunión me "venden" ante alguno que no recuerda mis resultados, dicen que le gané dos veces a Federer, que fui el único que no perdió con él, jajaja.
Comienzos duros. Squillari empezó su carrera en el 94 sin ayuda económica de la Asociación Argentina de Tenis. "Sabía que ellos no iban a estar, tenía que hacerme valer por mis medios. Tampoco tenía parámetros, alguien para copiar. Frana ya estaba casi retirado y Gumy, 80 del mundo. No había un top ten, como pueden tener hoy los que arrancan. Salías al circuito y no sabías dónde estabas parado, qué trabajo hacer para llegar", cuenta Franco. Esto incluía viajes que duraban meses, extensos para no gastar en avión. "Volvías por dos semanas y tenías otro viaje de tres meses. Fue duro".
—Tuviste la recompensa en París. ¿Por qué explotaste ahí?
—Horacio De la Peña me encontró en el momento justo en el que yo estaba dispuesto a aprender y subir. Hice un gran cambio mental, estaba decidido a meterme arriba. El me dio principios de entrenamiento, de cómo aprovechar mi juego de zurdo. El de-
cía que jugábamos parecido pero yo tenía potencia y definición.
—Hoy todos juegan en canchas rápidas: David, Cañas, Coria, Gaudio. ¿Sentís que en tu época se veían de otra forma?
—Vuelvo con lo del parámetro: por más de que ya existían los torneos indoor, no se podía copiar a nadie. Uno iba y se manejaba con lo que tenía a mano; ibas aprendiendo con los años. Tampoco había tantas canchas en la Argentina. Hasta que la ATP se puso firme y obligó a los top a jugar los Masters Series. Ese fue el gran cambio: mis mejores años en cemento fueron los últimos tres, en los que estaba obligado. Así hice cuartos en Cincinnati, le gané a Federer, Hrbaty en indoor, Wayne Ferreira... Mal no me fue.